¿Soy una mala persona?

¿Soy una mala persona?

Romanos 3

  1. Como está escrito: «No hay justo, ni aun uno;
  2. No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios.
  3. Todos se han desviado, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, No hay ni siquiera uno.

¿Cómo puede alguien realmente considerarse una mala persona? Creerse sin excusa. Al menos para mí no es la cosa más fácil. Hasta donde yo sé, siempre me he creído incapaz de hacer algo verdaderamente malo. Por supuesto que podría mentir, inconscientemente o por presión. Por supuesto que podría decir cosas malas, pero sólo si me hacían salirme de mis casillas. Etcétera. Siempre encontraba excusas para mi mal comportamiento o ignoraba el impacto y la gravedad de mis propias malas acciones. Porque yo “sabía” que en el fondo era bueno, mis deseos más profundos eran de buena fe para todos. Que daba mi mejor esfuerzo para hacer las cosas bien y que, en circunstancias normales, siempre haría lo correcto. !Qué pensamiento tan necio es ese! Increíblemente ciego ante la horribleidad de mi propia naturaleza pecaminosa.

Porque la realidad es que: “No hay justo, ni aún uno”. Somos malas personas y muy capaces de hacer el mal. Tenemos altas inclinaciones al pecado. Sin embargo, ¿cómo puedo convencerme de ello, cuando la naturaleza intrínseca del pecado proporciona una visión borrosa del mismo?. El pecado produce ignorancia de las implicaciones reales del pecado y elusión de todas las responsabilidades por él, lo que a su vez obstaculiza el verdadero arrepentimiento. Y entonces la pregunta permanece un enigma que sólo puede desvelarse en la Cruz. Sólo la luz puede ayudarnos a ver mejor y descubrir lo que la oscuridad nos oculta. Por eso necesitamos acercarnos a Él y contemplar Su belleza y la maravillosa majestad de Su santidad. Ahí está la respuesta, la fe para llegar al conocimiento de Su perfección y la pureza del Único y verdaderamente ser Bueno. Oremos así como aquel padre desesperado exclamó a nuestro Señor Jesús: “Creo, por favor ayuda mi incredulidad” (Mr 9:24)